ERASE UNA VEZ DOS ESTRELLAS…

Érase una vez dos estrellas que correteaban por el Universo saltando y jugueteando entre galaxias, sus traviesas luces salpicaban constelaciones y planetas en su vaivén de centelleantes juegos, mientras se balanceaban entre arrullos de besos y caricias fundiéndose en uno y separándose a veces para volver a reunirse mientras la luz de su fusión brillaba cada vez con más intensidad, arropados por la paz del Creador que divertido disfrutaba de experimentar la alegría que emanaban aquellos juegos entre estrellas, mientras les acunaba con sinfonías imposibles entonadas por la danza de los planetas, empujándoles con dulces soplos de amor a aventurarse cada vez mas lejos…
Las dos estrellas en su travesía estelar divisaron un hermoso planeta azul y decidieron experimentar continuar sus juegos descendiendo a ese remoto mundo de la Vía Láctea, en esta ocasión más que un juego era una importante misión encomendada por el Creador para contribuir a propagar la Luz del Universo en la joya azul…
Sabían que no podrían llevar su equipaje de recuerdos compartidos en aquel viaje, pero las estrellas confiaban tanto en la fuerza de su Amor que creyeron que jamás se olvidarían y que tan sólo era un juego más complicado que los anteriores, pero en el que volverían a reencontrarse y esa fuerza ayudaría a subir la vibración de amor del planeta azul.
Durante el descenso al planeta azul adoptaron varias formas, varios lenguajes, varias vidas, varios roles…pasaron eones de tiempo durante el descenso…
En algunas de aquellas vidas lograban reencontrarse, a veces tan sólo tenían un fugaz encuentro, un cruce de miradas, una palabra perdida…Pero tan sólo eso bastaba para remover el alma y los recuerdos con aquella dulce añoranza que despertaba y les regresaba a la vida,una pizca de ilusión…
En otras vidas vivían una historia compartida, a veces breve, otras intensa y duradera…
Aunque cada vez que se encontraban en cualquier parte del mundo se atraían infinitamente, como solo las estrellas que son eternas amantes pueden atraerse…
En cada encuentro se amaban…pero nunca lograban mantenerse juntos siendo simplemente felices…
Las estrellas se hacían daño en algunos de aquellos encuentros, era tanto su amor que todas las vivencias se magnificaban: positivas, negativas…
Todo eran lecciones por aprender y casi siempre de un modo tremendamente doloroso, a veces aprendían juntos y otras con otras estrellas aventureras, compañeras de aquel camino de descenso al planeta azul.
Pero aquel aprendizaje era el único modo de lograr recuperar la luz que un día fueron y volver a ser estrellas, aprender y sanar todo las memorias dolorosas e ideas erróneas que durante el descenso al planeta fueron incrustándose en sus corazones hasta hacerles conseguir olvidar quienes eran.
El juego terminaba cuando en una vida se lograba recordar y volver a iniciar el ascenso hasta el Universo, brillando tanto de amor en el planeta azul como un día brillaron en el firmamento, iluminando con su luz y amor cada espacio y tiempo…
Y en esa vida llamada de “síntesis” sucedía y se repetía casi todo a la vez: lo ya vivido durante eones de tiempo, pero las estrellas ya habían aprendido a resolver todas las situaciones con amor, de modo que ya no había lecciones ni pruebas duras…
Las estrellas habían perdido el miedo a brillar en la oscuridad y como en una carrera de obstáculos saltaban cada lección utilizando una pértiga de puro amor…
Y era justo en ese momento cuando de nuevo las estrellas necesitaban reencontrarse.
Sucedía a veces que una de las estrellas ya había superado muchas lecciones y otra iba un poco más rezagada, pero una vez la luz de los recuerdos removía sus almas tan sólo era cuestión de paciencia y confianza el esperarse el uno al otro, y es que la misión terminaba cuando las estrellas volvían a recordar quienes eran y podían ayudar con su luz a otras estrellas del planeta azul a recordarles que: ” Érase una vez dos estrellas que correteaban por el Universo saltando y jugueteando entre galaxias…”

Lyly – ReConectacuentos

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