LA FORMULA INFALIBLE PARA CUMPLIR TUS DESEOS Y RESOLVER TODOS TUS PROBLEMAS – DECRETOS
Quedamos en que cada mente humana contiene una acumulación de opiniones, convicciones o conceptos errados -contrarios a la Verdad y en conflicto con los Principios básicos de la Creación- y que están perennemente manifestando, en las condiciones exteriores, todas esas calamidades y sufrimientos que aquejan al ser humano y el mundo en general; enfermedades, accidentes, dolencias, pleitos, desarmonías, escasez, fracasos y hasta la muerte.
Felizmente, nada de eso se ajusta a la Verdad del Ser. Felizmente existe la manera de borrar todas esas creencias falsas y de sustituirlas por correctas, que no solamente produzcan condiciones y circunstancias positivas, buenas, felices, correctas, sino que, una vez corregido el error y establecida la Verdad en el subconsciente, nunca más podrán volver a suceder las cosas negativas en nuestras vidas. La orden ha sido cambiada. El imán ha cambiado de polo. Es absolutamente imposible atraer algo que no encuentre ya su correspondencia en nosotros.
La fórmula infalible es la siguiente: Cada vez que te ocurra algo indeseable, que te enfermes, que te ocurra un accidente, que te roben, que te ofendan, que te molesten… o que TÚ seas la causa de algún mal hacia otro o hacia ti mismo… si eres afligido por un defecto físico, o moral, o de carácter; si te desagrada alguien, si lo detestas, o si amas demasiado y sufres por esto; si te torturan los celos; si te enamoras de alguien que pertenezca a otro; si eres víctima de una injusticia; o eres víctima del dominio de otro. (La lista es interminable, de manera que suple tú la condición que te esté afectando).
Conoce la Verdad
Así Jesucristo, el más grande de todos los Maestros de Metafísica, dijo»Conoced la Verdad y ella os hará libres» [Evangelio de San Juan: 8, 32]. La Verdad, la ley suprema es La Armonía Perfecta, la belleza, la bondad, la justicia, la libertad, la salud (Vida), inteligencia, sabiduría, amor, dicha. Todo lo opuesto es apariencia. Es contrario a la ley suprema de la Armonía Perfecta luego es mentira porque es contrario a la Verdad.
Tu «YO» superior es perfecto. En este momento y siempre ha sido perfecto. No puede enfermarse porque es VIDA. No puede morir por la misma razón. No puede envejecer. No puede sufrir. No puede temer. No puede pecar. No tiene que luchar. No puede cambiar jamás. Es bello. Es amor, inteligencia, sabiduría, dicha. Esa es la Verdad. Es tu Verdad, la mía, la de todos los seres humanos, ahora mismo.
No es que el ser humano sea Dios. Así como una gota de agua de mar no es el mar. Pero contiene todo lo que forma y contiene el mar, en un grado infinitesimal; y para un átomo, esa gota de agua es un mar.
CUALQUIER COSA QUE ESTÉS MANIFESTANDO; QUE TE ESTÉ OCURRIENDO CONTRARIA A LA ARMONÍA PERFECTA, O QUE TÚ MISMO ESTÉS HACIENDO O SUFRIENDO CONTRARIA A LA ARMONÍA PERFECTA, SE DEBE A UNA CREENCIA ERRADA QUE TÚ CREASTE, YA LO SABES, Y QUE POR REFLEJO ESTÁS LANZANDO HACIA AFUERA Y ATRAYENDO SU IGUAL, DEL EXTERIOR. NO TIENE NADA QUE VER CON TU YO SUPERIOR ÉSTE CONTINÚA PERFECTO. SUS CONDICIONES Y SU SITUACIÓN SON PERFECTAS.
Ahora, en cada una de las circunstancias enumeradas más arriba, debes recordar lo que te acabo de decir, primeramente, y luego decir mentalmente o en voz alta, como quieras, «NO LO ACEPTO».
Dilo con firmeza, pero con infinita suavidad. Los trabajos mentales NO NECESITAN de la fuerza física. Ni el pensamiento ni el espíritu tienen músculos. Cuando tú digas «No lo acepto», hazlo como si dijeras «No me da la gana», tranquilamente, pero con la misma convicción y firmeza, sin gritar, sin violencia, sin un movimiento, sin brusquedad. ¿Me hago comprender?
Después de haber dicho «no lo acepto», recuerda que tu YO superior es perfecto; que sus condiciones son perfectas. Ahora di: «DECLARO QUE LA VERDAD DE ESTE PROBLEMA ES… (Armonía, amor, inteligencia, justicia, abundancia, vida, salud, etc., cualquiera que sea lo opuesto a la condición negativa que se esté manifestando en ese momento). GRACIAS PADRE QUE ME HAS OÍDO».
No tienes por qué creer ciegamente lo que estás leyendo. Debes comprobarlo tú mismo. En el lenguaje metafísico esto se llama «un tratamiento». Después de todo tratamiento hay que conservar la actitud que se ha declarado. No se puede uno permitir que, entre la duda respecto a la eficacia del tratamiento, ni se puede volver a expresar en palabras los conceptos, opiniones y creencias de antes, porque se destruye, se anula el tratamiento.
El propósito es el de transformar el patrón mental que ha estado dominado en el subconsciente, o sea, el clima mental en que has estado viviendo, con toda su serie de circunstancias negativas. San Pablo dijo: «Sois transformados por la renovación de vuestra mente” [Romanos: 12, 2]. Esta renovación se hace cambiando cada creencia antigua a medida que vayan presentándose ante nuestra vida (o a nuestra conciencia), en conocimiento de acuerdo con la Verdad.
Hay convicciones que están tan arraigadas que son lo que se llama en el lenguaje metafísico»cristalizaciones». Estas requieren más trabajos que otras. Pero cada «negación» y “afirmación» que se haga respecto a estas cristalizaciones va borrando el diseño original hasta que desaparece totalmente y no queda sino la Verdad.
Verás los milagros que ocurren en tu vida, en tu ambiente y en tus condiciones.
Tú no tienes defectos sino apariencia de defectos. Lo que ves como defectos morales o físicos son transitorios porque al «conocer la verdad» de tu YO verdadero, tu Cristo, tu Ser Superior es perfecto hijo de Dios hecho a semejanza del Padre, comienzan a borrarse las imperfecciones que tú estás presentándole al mundo. Es un hecho constatable. Todo estudiante de metafísica cristiana te puede corroborar lo que acabo de decirte.
Esta es la Gran Verdad. No la olvides jamás. Comienza ahora mismo a practicarla. Mientras más se practica más se realiza, más se adelanta y más feliz te sentirás.
Acuérdate. Tú eres único, como tus huellas digitales. Fuiste creado por un diseño único, para un propósito especial que no puede cumplir nadie más que tú. Has tardado 14.000 años para evolucionar a tu sitio de hoy. Las expresiones de Dios son infinitas. Tú y yo somos sólo dos de esas infinitas expresiones. Tu Cristo es un ser inteligente que te ama con delirio y que tiene siglos esperando que lo reconozcas. Llegó el momento. Háblale, consúltale y espera sus respuestas. Es el guía y Maestro único para ti. Cuando tú llegues a comprender, aceptar y realizar esta verdad, será el nacimiento de Cristo para ti.
Es lo que está profetizado para esta era. Es el Mesías. No es que Jesús vuelve a nacer ahora. Es que cada uno va a encontrar el Cristo en su conciencia y en su corazón, tal como le ocurrió a Jesús. Por eso lo llamaron «Jesucristo».
EL DECRETO
Cada palabra que se pronuncia es un decreto que se manifiesta en lo exterior. La palabra es el pensamiento hablado.
Jesús dijo dos cosas que no han sido tomadas en serio. Una, «Por tus palabras serás condenado y por tus palabras serás justificado». Esto no significa que los demás nos juzgarán por lo que decimos, aunque esto también es verdad; como habrás visto ya, el Maestro enseñaba metafísica, sólo que la raza no estaba aún lo suficiente madura para entenderla. En varias ocasiones lo advirtió diciendo que tenía aún muchas otras cosas que decir, pero que no podrían ser comprendidas. En otras ocasiones dijo que aquel que tuviera oídos para oír que escuchara. La segunda referencia que hizo al poder de la palabra fue: «No es lo que entra por su boca lo que contamina al hombre, sino lo que de su boca sale; porque lo que de la boca sale, del corazón procede». Más clara no se puede expresar.
Te propongo que pongas atención a todo lo que tú decretas en un solo día. Vamos a recordártelo.
«Los negocios están malísimos». «Las cosas andan muy malas». «La juventud está perdida». «El tráfico está imposible». «El servicio está insoportable». «No se consigue servicio». «No dejes eso rodando porque te lo van a robar». «Los ladrones están asaltando en todas las esquinas». «Tengo miedo de salir». «Mira que te vas a caer». «Cuidado que te matas». «Te va a pisar un carro». «¡Vas a romper eso!». «Tengo muy mala suerte». «No puedo comer eso, me hace daño». «Mi mala memoria…», «mi alegría…», «mi dolor de cabeza…», «mi reumatismo…», «mi mala digestión…». «¡Ese es un bandido!», «esa es una desgraciada». «Tenía que ser, cuando no». No te sorprendas ni te quejes si al expresarlo lo ves ocurrir. Lo has decretado. Has dado una orden que tiene que ser cumplida. Ahora recuerda y no olvides jamás, CADA PALABRA QUE PRONUNCIAS ES UN DECRETO. Positivo o negativo. Si es positivo se te manifiesta en bien. Si es negativo se te manifiesta en mal, si es contra el prójimo es lo mismo que si lo estuvieras decretando contra ti. SE TE DEVUELVE. Si es bondadoso y comprensivo hacia el prójimo, recibirás bondad y comprensión de los demás hacia ti. Y cuando te suceda algo molesto, negativo, desagradable, no digas «¡Pero si yo no estaba pensando ni temiendo que me fuera a suceder esto!». Ten la sinceridad y la humildad de tratar de recordar en cuáles términos te expresaste de algún prójimo. En qué momento saltó de tu corazón un concepto viejísimo, arraigado allí, que tal vez no es sino una costumbre social como la generalidad de esas citadas más arriba y que tú realmente no tienes deseos de seguir usando.
Como el sentimiento que acompaña a un pensamiento es lo que lo graba más firmemente en el subconsciente, el Maestro Jesús, que jamás empleó palabras superfluas, lo expresó muy bien al decir, «LO QUE DE LA BOCA SALE, DEL CORAZÓN PROCEDE», y esto nos da la clave inequívoca. El primer sentimiento que nos enseñan es el temor. Nos lo enseñan nuestros padres, primeramente, y luego nuestros maestros de religión. Al sentir un temor se nos acelera el corazón. Solemos decir «por poco se me sale el corazón por la boca» para demostrar el grado de temor que sentimos en un momento dado.
El temor es lo que está por detrás de todas las frases negativas que te he citado más arriba.
San Pablo dijo: «SOMOS TRANSFORMADOS POR LA RENOVACIÓN DE NUESTRAS MENTES». Cada vez que te encuentres diciendo una frase negativa, sabrás qué clase de concepto errado tienes arraigado en el subconsciente, sabrás qué clase de sentimiento obedece: temor o desamor, atájalo, bórralo negándolo por mentiroso y afirma la Verdad, si no quieres continuar manifestándolo en tu exterior. Al poco tiempo de esta práctica notarás que tu hablar es otro. Que tu modo de pensar es otro. Tú y tu vida se estarán transformando por la renovación de tu mente.
Cuando estés en reunión de otras personas, te darás perfecta cuenta de la clase de conceptos que poseen y los constatarás en todo lo que les ocurre. Siempre que escuches conversaciones negativas no afirmes nada de lo que expresen. Piensa «NO LO ACEPTO NI PARA MÍ NI PARA ELLAS». No tienes que decírselo a ellas. Es mejor no divulgar la verdad que estás aprendiendo, no porque haya que ocultarlo sino porque hay una máxima ocultista que dice: «CUANDO EL DISCÍPULO ESTÁ PREPARADO APARECE EL MAESTRO». Por ley de atracción, todo el que está preparado para subir de grado es automáticamente acercado al que lo pueda adelantar, de manera que no trates de hacer labor de catequista. No obligues a nadie a recibir lecciones sobre la Verdad porque te puedes encontrar que aquellos que tú creías más dispuestos, son los que menos simpatizan con ella. A esto se refería Jesús cuando dijo: «NO DEIS LO SANTO A LOS PERROS, NI ECHÉIS VUESTRAS PERLAS DELANTE DE LOS CERDOS, NO SEA QUE LOS PISOTEEN, Y SE VUELVAN Y OS DESPEDACEN».
¿LA FE MUEVE MONTAÑAS? ¿POR QUÉ Y CÓMO?
Todo el mundo conoce el dicho y lo repite a menudo. Lo repite como loro, pues no sabe en realidad lo que significa, ni por qué ni cómo es eso, que la fe mueve montañas.
Pocos saben que el temor también mueve montañas. El temor y la fe son una misma fuerza. El temor es negativo y la fe es positiva. El temor es fe en el mal. O sea, la convicción de que va a ocurrir lo malo. La fe es la convicción de que lo que va a ocurrir es bueno, o que va a terminar bien. El temor y la fe son las dos caras de una misma medalla.
Fíjate bien. Tú jamás temes que te vaya a suceder algo bueno. Ni tampoco dices jamás «tienes fe en que te va a ocurrir lo malo». ¡La fe siempre se asocia a algo que deseamos; y no creo que tú deseas el mal para ti! A éste le temes; ¿no es así?
TODO LO QUE TÚ TEMES LO ATRAES Y TE OCURRE. Ahora que, cuando te ocurre, generalmente dices con aire triunfante: «¡Ajá, yo lo sabía! Lo presentí», y sales corriendo a contarlo y repetirlo como para lucir tus dotes de clarividente. Y lo que en realidad ha sucedido es que lo pensaste con temor. ¿Lo presentiste? Claro. Lo presentiste. Tú mismo lo estás diciendo. Ya tú sabes que todo lo que se piensa sintiendo al mismo tiempo una emoción, es lo que se manifiesta o se atrae. Tú lo anticipaste y lo esperaste. Anticipar y esperar es fe.
Ahora fíjate que todo lo que tú esperas con fe te viene, te sucede. Entonces, si sabes que esto es así, ¿qué te impide usar la fe para todo lo que tú desees?, ¿amor, dinero, salud, etc.? Es una ley natural. Es una ordenanza divina. El Cristo lo enseñó con las siguientes palabras, que tú conoces: «TODO LO QUE PIDIEREIS EN ORACIÓN, CREYENDO, LO RECIBIRÉIS». No lo he inventado yo. Está en el capítulo nº21, versículo 22 de San Mateo. Y San Marcos lo expresa más claro aún: «TODO LO QUE PIDIEREIS ORANDO, CREED QUE LO RECIBIRÉIS Y OS VENDRÁ». San Pablo lo dice en palabras que no tienen otra interpretación: «la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que se ve». Más arriba te dije que la fe es la convicción del bien.
Ahora te diré que la convicción viene por el conocimiento. Supongamos que tú vives en la provincia y que jamás has ido a la capital. Quieres ir a la capital, y tomas el tren, el auto o el avión. Sabes dónde queda la capital y cómo dirigirte a ella. Un día te diriges hacia la capital y utilizas la forma de conducción que mejor te convenga, pero por el camino no vas temiendo desviarte hacia la luna ¿No? Si fueras un indio salvaje podrías estar temblando de pavor por desconocer totalmente lo que está pasando. Pero siendo una persona civilizada, vas tranquilo, sabiendo que a tal o cual hora llegarás a la capital. ¿Qué es ó que te da esta fe? El conocimiento.
La ignorancia de los Principios de la Creación es lo que hace que el mundo tema el mal, no sepa emplear la fe, ni siquiera lo que ella es.
La fe es convicción, seguridad; pero éstas tienen que estar basadas en el conocimiento de algo. Conoces que existe la capital y vas hacia ella. Por eso sabes que no irás a parar a la luna.
Ahora sabes que cuando deseas algo, si temes no obtenerlo, no lo obtendrás. Si lo niegas antes de recibirlo, como en el ejemplo dado ya de la oración que dirige a Dios la generalidad de los humanos: «Dios mío concédeme tal cosa, aunque sé que no me lo darás porque vas a pensar que no me conviene»; no lo obtendrás porque de antemano lo negaste. ¡Has confesado que no lo esperas!
Déjame darte la fórmula metafísica para obtener cualquier cosa que uno desee. Es una fórmula. Hay que emplearla para todo. Compruébala por ti mismo. No me lo creas ciegamente.
«YO DESEO TAL COSA. EN ARMONÍA PARA TODO EL MUNDO Y DE ACUERDO CON LA VOLUNTAD DIVINA. BAJO LA GRACIA Y DE MANERA PERFECTA. GRACIAS PADRE QUE YA ME OÍSTE».
Ahora no dudes por un solo instante. Has empleado la fórmula mágica. Has cumplido con toda la ley y no tardarás en ver tu deseo manifestado. Ten paciencia. Mientras más tranquilas esperes, más pronto verás el resultado. La impaciencia, la tensión y el ponerse a empujar mentalmente destruyen el tratamiento (la fórmula es lo que en metafísica se llama «un tratamiento»).
Para que conozcas lo que has hecho al repetir la fórmula, te voy a explicar el proceso detalladamente. Al tú decir «en armonía para todo el mundo» has eliminado todo peligro de que tu conveniencia perjudique a otro, como tampoco se te hace posible desear un mal para otro. Al decir «de acuerdo con la voluntad divina»; si lo que tú deseas es menos que perfecto para ti, verás suceder algo mucho mejor de lo que tú esperabas. En este caso significa que lo que estabas deseando no lo ibas a encontrar suficiente, o no te iba a resultar tan bueno como tú pensabas. La voluntad de Dios es perfecta.
Al tú decir «bajo la Gracia y de manera perfecta», encierra un secreto maravilloso. Pero déjame darte un ejemplo de lo que ocurre cuando no se sabe pedir bajo la Gracia y perfección. Una señora necesitaba urgentemente una suma de dinero, y la pidió, asimismo: para el día 15 del mes. Tenía absoluta fe de que la recibiría, pero su egoísmo e indiferencia no le inspiró pedirla con alguna consideración para nadie más. Al día siguiente un automóvil estropeó a su hija, y el día 15 del mes recibió la suma exacta que ella había pedido. Se la pagó la Compañía de Seguros por el accidente de su hija. Ella trabajó contra la ley y contra ella misma.
Pedir «bajo la Gracia y de manera perfecta» es trabajar con la ley espiritual. La Ley de Dios que se manifiesta siempre en el plano espiritual. Allí (en el plano espiritual) todo es perfecto, sin obstáculos, sin inconvenientes, sin tropiezos ni daños para alguno, sin luchas ni esfuerzos, «suavecito, suavecito», todo con gran amor, y esa es nuestra Verdad. Esa es la Verdad que al ser conocida nos hace libres.
«Gracias Padre que ya me oíste» es la expresión más alta de fe que podamos abrigar. Jesús la enseñó y la aplicaba en todo, desde antes de partir el pan con que alimentó a cinco mil, hasta para decir cómo transformar el vino en su sangre. Dando gracias al Padre antes de ver la manifestación.
Como irás viendo, todo lo que enseñó Jesús fue metafísico.
Todo lo que tú desees, todo lo que vayas necesitando lo puedes manifestar. El Padre todo lo ha previsto ya, todo lo ha dado ya, pero hay que irlo pidiendo a medida que se sienta la necesidad. Sólo tienes que recordar que no puedes pedir mal para otro porque se te devuelve a ti, y todo lo que pidas para ti debes pedirlo también para toda la humanidad porque todos somos hijos del mismo Padre.
Por ejemplo, pide grande. El Padre es muy rico y no le gusta la mezquindad. No digas «Ay, Papá Dios, dame una casita. Sólo te pido una casita, aunque no sea sino chiquitita», ¡Cuándo la realidad es que tú necesitas una casa muy grande porque tu familia es numerosa! No recibirás sino lo que pides.
Pide así:
«PADRE, DAME A MÍ Y A TODA LA HUMANIDAD, TODAS LAS MARAVILLAS DE TU
REINO»
Y ahora haz tu lista.
Para ir fortificando la fe, haz una lista de cosas que deseas o que necesitas. Enumera los objetos o las cosas. Al lado de esta lista haz otra enumerando cosas que deseas ver desaparecer, o bien en ti mismo o en lo exterior. En el mismo papel escribe la fórmula que ya te di más arriba. Ahora, lee tu papel todas las noches. No debes sentir la menor duda. Da las gracias de nuevo cuantas veces pienses en lo que has escrito. A medida que veas que se te van realizando las cosas enumeradas, ve tachándolas. Y al final, cuando las veas realizadas todas, no vayas a ser tan mal agradecido de pensar: «Tal vez se me iban a dar de todas maneras», porque es mentira. Se te dieron porque las pediste correctamente. Lo exterior se acomodó para dejártelas pasar.
Como ya estás muy habituado a sentir temor por una variedad de razones, cada vez que te encuentres atacado por un temor, repite la fórmula siguiente, que te irá borrando el reflejo que tienes grabado en el subconsciente:
«YO NO TENGO MIEDO. NO QUIERO EL TEMOR. DIOS ES AMOR Y EN TODA LA CREACIÓN NO HAY NADA A QUÉ TEMER. YO TENGO FE. QUIERO SENTIR FE».
Un gran Maestro decía «lo único que se debe temer es al temor». La fórmula la debes repetir aun cuando estés temblando de terror. En ese momento, con mayor razón. Solamente el deseo de no temer y el deseo de tener fe bastan para cancelar todos los efectos del temor, y para situarnos en el polo positivo de la fe.
Supongo que ya tú conoces el principio psicológico que dice, que CUANDO SE BORRA UNA COSTUMBRE HAY QUE SUSTITUIRLA POR OTRA.
Cada vez que se niega o se rechaza una idea cristalizada en el subconsciente, se borra ésta un poquito. El pequeño vacío que así se hace, hay que llenarlo inmediatamente con una idea contraria. Si no, el vacío atraerá ideas de la misma clase y que siempre están suspendidas en la atmósfera, pensadas por otros. Poco a poco irás viendo que tus temores desaparecen, si es que tienes la voluntad de ser constante, repitiendo la fórmula en todas las circunstancias que se vayan presentando. Poco a poco irás viendo que únicamente te sucederán las cosas como tú las deseas. «POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÉIS», dijo Jesús.
Este gran instrumento – «el poder del decreto» – se presenta a nuestra atención en aquella extraordinaria historia de la creación que encontramos en los dos primeros capítulos del Génesis en la Biblia. Yo sugiero que tomes tiempo ahora para leer este maravilloso relato. Mientras lees te darás cuenta de que el hombre (esto quiere decir tú y yo) no fue creado para ser la pieza de juego de las circunstancias, la víctima de las condiciones o un títere movido de un lado para otro por poderes fuera de su dominio. En lugar de esto encontramos que el hombre ocupa el pináculo de la Creación; que, lejos de ser lo más insignificante del Universo es, por la misma naturaleza de los poderes que le ha dado su Creador, la suprema autoridad designada por Dios para regir la Tierra y toda cosa creada. El hombre está dotado de los poderes mismos del Creador porque es «hecho a Su imagen y según Su semejanza». El hombre es el instrumento por medio del cual la sabiduría, el amor, la vida y el poder del Creador Espíritu, se expresa en plenitud.
Dios situó al hombre en un Universo respondedor y obediente (incluyendo su cuerpo, sus asuntos, su ambiente) que no tiene otra alternativa que llevar a efecto los edictos o decretos de su suprema autoridad.
El poder de decretar es absoluto en el hombre; el dominio que Dios le dio, irrevocable; y aunque la naturaleza básica del Universo es buena en la evaluación del Creador, puede aparecer ante el hombre solamente como él decrete que aparezca. Vemos que mientras el hombre fue obediente a su Creador, mantuvo su poder de pensar y hacer decretos a tono con el Espíritu del Bien que es la estructura de la Creación, vivió en un universo de bien, un «Jardín del Edén». Pero cuando el hombre «cayó» al comer del árbol del conocimiento y usar sus poderes en el bien y en el mal – lo que como agente libre podía hacer – inmediatamente encontró sudor y cardos mezclados con su pan de cada día. Desde la «caída» el hombre se ha atareado declarando su mundo bueno o malo y sus experiencias han sido de acuerdo con sus decretos. Esto demuestra evidentemente cómo responde el Universo y cuán completos y de largo alcance son el dominio y la autoridad del hombre.
Extracto del libro Metafisica 4 en 1, de Conny Mendez.
Gracias Dios Todopoderoso y Eterno, por guiarme a este conocimiento de la VERDAD, ayúdame a ponerlo en práctica en todo momento, porque quiero transformar mi vida.
GRACIAS POR SUS ENSEÑANZAS. GRACIAS PADRE AMOR , PORQUE NOS AMAS TANTO !!!🤍💜