¿Os habéis preguntado alguna vez si existe la casualidad? Realmente no, nada sucede por azar, todo sucede mediante el concurso de leyes físicas y mentales, nada escapa a la acción de la naturaleza, que todo lo equilibra y que todo lo armoniza, de modo que la casualidad no existe, ya que todo es «causal», nada es «casual».
Los universos se autocontienen. Llenos de energía en forma de materia, luz y sonido, mente y esencia espiritual, de manera que todo lo que llega a vuestras vidas, incluyendo cada situación por la que pasáis, se presenta por algún motivo y siempre sucede para bien, de modo que nada ni nadie llega a vuestras vidas por casualidad.
Todas las personas que os rodean, que interactúan con vosotros, aparecen en escena para haceros experimentar, aprender de la experiencia y avanzar en cada situación, por lo que nada, absolutamente nada de lo que os sucede en vuestras vidas podría haber sido de otra manera; todo responde a un mecanismo perpetuo de autoajuste, en búsqueda de la estabilidad que conduce a la felicidad.
Ni siquiera el detalle más insignificante escapa de esos procesos naturales de compensación.
No existe el: «si hubiera hecho tal cosa…hubiera sucedido tal otra…». No.
Debéis entender que lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado, y se ha presentado bajo esos parámetros para que aprendáis esa lección y sigáis adelante.
Todas y cada una de las situaciones que os suceden en vuestras vidas son impecablemente perfectas y encajan exactamente en el gran rompecabezas cósmico para mantener la estabilidad y el equilibrio de todo lo manifestado, aun cuando vuestra mente y vuestro ego se resistan y no quieran aceptarlo. Por esa razón, no dudéis de que todo comience en el momento indicado, ni antes, ni después y que si algo no se da cuando lo pretendéis, es simplemente porque la propia naturaleza Dios os pone obstáculos para haceros ver que estáis intentando un camino equivocado.
Cuando estéis preparados para iniciar algo nuevo en vuestras vidas, esa nueva acción se iniciará exactamente en ese momento. Del mismo modo, cuando algo se termina, no se puede prorrogar. Simplemente se termina, es decir, cuando algo concluye, se termina un proceso necesario para vuestra evolución, por lo tanto es mejor dejarlo, seguir adelante y continuar avanzando, enriquecidos con esa experiencia. Por eso, ¡ningún copo de nieve cae alguna vez en el lugar equivocado!
Así es la ley del universo, todo es el día y la hora que debe ser, debemos avanzar y crecer con nuestras experiencias, para que nuestro espíritu alcance el nivel e preparación que debemos cumplir dentro del proceso que nos corresponde