UN DÍA MÁS

Un día más Andrea miró las lejanas montañas desde su terraza al despertar, era su primer gesto ritual al empezar el día: mirar el cielo, los árboles, las nubes…todo ese pequeño mundo que podía divisar desde su casa y dar gracias al Universo por todas las bendiciones y regalos que iba a recibir…un día más.
Una espectacular y enorme nube de caprichosa forma lenticular cubría la cima más alta y se sintió feliz simplemente por observarla.
Había leído tiempo atrás, en alguna parte, que estas nubes lenticulares suelen camuflar naves, y en otra parte leyó que las nubes lenticulares indican que en la montaña donde se posan hay una “reunión” de seres intraterrenos y seres del espacio…rememorándolo se sintió rebosante de alegría de tan sólo imaginar la idea de que en aquella montaña que contemplaba cada mañana podían estar en ese momento reunidos seres provenientes de otras galaxias y dimensiones…Tan cerca…tan lejos…
Aquella mañana mientras removía distraídamente con una cucharita su café con leche, Andrea intentaba recordar que había soñado esa noche, pero no había modo, vagamente le llegaban algunas imágenes pero no lograba recordar…
Tras desayunar y arreglarse partió como siempre con prisas y sin muchas ganas hacia su rutinario trabajo…y es que aún no había logrado salir de su Matrix diario, quizás porque aún no era el momento y era su lugar estar donde estaba, tampoco le preocupaba en exceso…
Pre- ocuparse es “ocuparse antes de” y sabia que los tiempos de Dios son perfectos.
Las sorpresas empezaron a llegar apenas se sentó en su coche porque de repente y sin saber cómo estaba de nuevo en su terraza observando la enorme nube lenticular que lentamente se aproximaba hacia su casa, no había ninguna duda de que el viento parecía empujar soplo a soplo la nube hacia allí…Permaneció inmóvil, entusiasmada y una pizca expectante ante lo que estaba presenciando y la inminente e inexorable llegada de la enorme nube hasta su casa.
Sintió su cuerpo envolverse de una amorosa vibración que la llenaba de paz era una paz que contenía todos los colores del arco iris, si se pudieran emplear palabras para medir en colores los sentimientos, y cada color representara una sensación…
Y se fundió con esa vibración para dejar de ser Andrea, sentir como se expandía su alma y se convertía en esa Paz, y se convertía a su vez en todo ese amor que sentía rebosaba su alma ,saturándola de alegría mientras atravesaba la neblina de la nube pues sabía que iba al encuentro de su familia de luz que la aguardaban sonrientes dentro de una fulgurante nave interestelar.
La nostalgia de ese reencuentro tantas veces anhelado la hizo sentir expandirse aún más fundiéndose su alma con todas las almas en un abrazo de algodón, reconfortante con la dulzura del hogar.
No era la primera vez que compartía esas visitas a la nave donde podía visitar a su familia de luz, para las almas no existe el tiempo ni la distancia y a tan sólo un soplo del corazón tenemos a nuestros amados, pero elegimos activar el velo del olvido al llegar a Matrix, y en cada encarnación olvidamos que somos seres divinos ilimitados…enfrascándonos en todas las limitaciones de la 3D, creyéndonos este sueño irreal hasta que un día despertamos a nuestra divinidad y vamos dando a veces tímidos pasos y otras apresurados hasta reencontrar nuestro verdadero Ser…Recordando de nuevo quienes somos, redescubriendo nuestra multidimensionalidad y que esta vida en Gaia es tan sólo una gota de tiempo en el oceáno del Universo de nuestra eterna existencia…
La energía en la nave era tan dulce y amorosa, allí no existía el tiempo,la separación ni nada más…salvo sentir…Permitirse sentir y flotar en ese estado de paz y unión.
Andrea sintió una energía más fuerte y poderosa que como un imán la atraía, ya sabía que iba a reencontrarse con El, Kalen, su complemento divino, su Llama gemela.
En esa nave una vez más fundieron sus almas en una, eones de tiempo compañeros y amantes, unidos a veces en misiones en preciosos planetas, conviviendo algunos tiempos en maravillosas tierras, y esta vez separados sin embargo por la densidad de la 3 D, puesto que Kalen en esta ocasión no había encarnado en la Tierra y Andrea aún no había conseguido resquebrajar el velo del olvido y la separación.
Esta vez su misión era más difícil, pero no imposible,y era la misión más importante: anclar el Cielo en la Tierra.
Sólo en esas visitas a la nave podían de nuevo ser Uno, abrazarse y fundirse en la inmensidad del Amor mientras danzaban entre los astros y se dejaban mecer por el viento del Universo que arrullaba su canción de amantes eternos…
Y en cada nueva visita a la nave esos encuentros eran vitaminas para el alma de Andrea que la ayudaban en su despertar.
Aquella mañana mientras removía distraídamente con una cucharita su café con leche, Andrea intentaba recordar que había soñado esa noche, pero no había modo, vagamente le llegaban algunas imágenes pero no lograba recordar…

Lyly – ReConectacuentos

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